miércoles, 30 de abril de 2014

El hombre puede vivir de dos maneras:

O bien se convierte en una poza estancada de energía o se convierte en un flujo dinámico, en un rió de energía. La poza estancada nunca sabe nada de lo que hay más allá de ella porque nunca ve más allá de sus limites. La poza estancada de energía se convierte en el ego.

El flujo como el río te ayuda a ir más allá de ti mismo. Es un trascendencia constante. Es un movimiento hacia lo oceánico, hacia el infinito, hacia lo ilimitado. La vida debería ser como un río, siempre fluyendo, sin apegarse, siempre dispuesto a ir a lo desconocido, siempre dispuesto a arriesgar lo conocido por lo desconocido.

La verdadera forma de vivir es peligrosamente, siempre explorando y siempre llegando a las estrellas. Entonces la vida se vuelve meditativa de forma natural porque cada momento te proporciona tantas sorpresas y cada momento es tan nuevo que no puedes pensar en mas nada; tienes que topar con el.

La persona repetitiva puede pensar sobre su vida, puede planear su vida, porque es predecible. Todo el mundo sabe lo que va hacer mañana y pasado mañana. Sin embargo la persona meditativa es impredecible; no solo para los demás, también para sí misma. No sabe qué va ocurrir al momento siguiente; de ahí a que no se lo plantee, que no lo piense. Vive una vida abierta, recibe cada momento, fresco, joven. Y con ese corazón acogedor poco a poco se vuelve consciente, de algo que se ha denominado Dios, verdad, nirvana, iluminación; son distintos nombres para la misma cosa


p245 Meditaciones para empezar el día Osho

No hay comentarios:

Publicar un comentario