O bien se convierte en
una poza estancada de energía o se convierte en un flujo dinámico, en un rió de
energía. La poza estancada nunca sabe nada de lo que hay más allá de ella
porque nunca ve más allá de sus limites. La poza estancada de energía se
convierte en el ego.
El flujo como el río te ayuda a ir más allá de ti mismo. Es
un trascendencia constante. Es un movimiento hacia lo oceánico, hacia el
infinito, hacia lo ilimitado. La vida debería ser como un río, siempre
fluyendo, sin apegarse, siempre dispuesto a ir a lo desconocido, siempre dispuesto
a arriesgar lo conocido por lo desconocido.
La verdadera forma de vivir es peligrosamente, siempre explorando
y siempre llegando a las estrellas. Entonces la vida se vuelve meditativa de
forma natural porque cada momento te proporciona tantas sorpresas y cada
momento es tan nuevo que no puedes pensar en mas nada; tienes que topar con el.
La persona repetitiva puede pensar sobre su vida, puede
planear su vida, porque es predecible. Todo el mundo sabe lo que va hacer mañana
y pasado mañana. Sin embargo la persona meditativa es impredecible; no solo
para los demás, también para sí misma. No sabe qué va ocurrir al momento
siguiente; de ahí a que no se lo plantee, que no lo piense. Vive una vida
abierta, recibe cada momento, fresco, joven. Y con ese corazón acogedor poco a
poco se vuelve consciente, de algo que se ha denominado Dios, verdad, nirvana,
iluminación; son distintos nombres para la misma cosa
p245 Meditaciones para empezar el día Osho
No hay comentarios:
Publicar un comentario